Ahora todo el mundo habla, de una manera o de otra de un fin de algo, del mundo, de la civilización, de la era actual, etc.
"Tres tragedias sacuden al mundo en estos momentos. En occidente, el terremoto del Perú que causó destrucción y muerte, dejando miles de damnificados, y el huracán Dean que avanzó por el Caribe hasta alcanzar categoría 5 y que luego de perder fuerza en la península de Yucatán se enrumba por el golfo de México, y en oriente el tifón que azotó China, dejando a su paso también dolor y ruina." (Fuente: EquinoXio).
Alguien hizo este comentario en la página web citada:
“Todas estas tragedias que suceden tienen una sola raíz… se llama pecado… es hora de volvernos al Dios Todo Poderoso, a Jesucristo nuestro único Salvador y al Espíritu Santo nuestro ayudador… nuestra única esperanza es JESÚS, ESCUDRIÑEN LA BIBLIA Y ENTENDERAN MUCHO MAS DE LO QUE PUEDAN IMAGINAR ACERCA DE TODOS ESTOS ACONTECIMIENTOS… la decisión es tuya, si quieres acercarte a El, no solo para entender estas situaciones, sino para que El te de lo que nadie te puede dar”
Este comentario hizo pensar a los autores de la página en cuestión, y escribieron lo siguiente:
"No es un pensamiento aislado. Nos encontramos en una era especialmente sensible para nuestra especie. Como otras en el pasado, nos hemos vuelto particularmente catastróficos. De todas las formas posibles anunciamos el fin de nuestra civilización. Unos citan los textos bíblicos, otros, calendarios antiguos, sin faltar, por supuesto, los científicos que, con cifras en la mano, nos dan pocas esperanzas.
En Estados Unidos se emite Coast to Coast AM, un programa de radio dedicado a “los extraños misterios del mundo y del universo” que se retransmite por 500 emisoras a todo el país. Hace poco entrevistaron a Lawrence E. Joseph, autor de Apocalipsis 2012, un libro que dice es “una investigación científica sobre el fin de nuestra civilización”.
El programa fue espeluznante. Huracanes, terremotos, erupciones volcánicas, alteraciones en el campo magnético de la tierra y, al final, la extinción completa causada por el invierno nuclear. Este no es más que uno de los muchos programas que su conductor, George Noory, ha dedicado a las profecías que indican nuestra condena a muerte y las señales que traen consigo: avistamientos de OVNIS, extraños círculos en las cosechas, abejas que desaparecen, bandadas enteras de pájaros migratorios que caen a tierra inexplicablemente.
Pero hay un elemento nuevo: la civilización maya. En los últimos años la peregrinación a Tikal ha creado un ejército de fervorosos místicos que creen haber hallado en sus calendarios las respuestas a nuestro fin. El año 2012 es la fecha de nuestra desaparición y ha servido para que se escriban best sellers como el de Daniel Pinchbeck, 2012: La vuelta de Quetzalcoatl, quien ha conseguido cautivar a la audiencia joven con su pinta de niño rebelde, pese a sus 42 años.
¿Sorprendente? ¿Traído de los cabellos? ¿Fantasía extrema? No tanto. La historia ha estado plagada de ejemplos similares. Antes de cumplirse el primer milenio, los cruzados atacaron territorios paganos creyendo que el fin del mundo llegaría con los mil años de la civilización cristiana. Los gnósticos lo fijaban en cada siglo.
Y en nuestra época moderna, son incontables las fechas señaladas. Guillermo Miller la fijó el 22 de octubre de 1844, los testigos de Jehová han señalado una tras otra: 1914, 1915, 1918, 1920, 1925, 1941, 1975 y 1994. Incluso el reloj del juicio final, creado en 1947 por un grupo de científicos que creían inminente una guerra nuclear y que se encuentra en la Universidad de Chicago, se actualiza continuamente, acortando o alargando el término de acuerdo con los avatares de nuestra civilización.
De todas formas, no todo está perdido, por lo menos para los creyentes que de una u otra forma encuentran su salvación, luego de que la maldad sea borrada de la faz de la tierra. Pero aparte de las conocidas resurrección de los muertos y salvación eterna presente en gran parte de la tradición occidental, el Apocalipsis maya tiene su profeta en José Arguelles, quien organizó el primer festival de la tierra en 1970 con 144.000 participantes, número extraído de las matemáticas mayas.
Ha creado un calendario propio, propugna por liberarnos de la maléfica ciencia occidental, asegura que el proyecto maya en realidad es extraterrestre y que luego del 2012 vendrá una nueva era donde sobreviviremos pocos de nosotros, con formas de vida simples, tecnología solar, cultura agrícola, y comunicación telepática. Los que aún no estén preparados para vivir de esa forma serán transportados por naves intergalácticas a otros sitios para “reeducarlos”.
Aunque estas fantasías espaciales provoquen sonrisas, en poco difieren de los evangelios cristianos con sus carrozas de fuego y la salvación de los creyentes que por lo visto son muchos. Una encuesta reciente encontró que el 50% de los estadounidenses creen a pies juntillas en el Apocalipsis y, por supuesto, para oponerse a los evolucionistas y maquillar el creacionismo, están convencidos del diseño inteligente, es decir, la divinidad todo lo ha diseñado para que lleguemos hasta este punto."
Aunque este artículo intenta mostrar lo cíclico y recurrente que resulta la idea del "fin del mundo", no deja de ser cierto que nunca antes el ser humano tuvo la capacidad de autodestruirse varias veces, ni las condiciones que imperan en nuestro planeta se habían dado antes jamás, poniendo en peligro nuestra propia supervivencia, única y exclusivamente por nuestra propia culpa.
Termino con la frase con la que he comenzado, cuando el río suena, agua lleva. Y los "científicos" (los ateos, no todos) y los creyentes nos tiramos los trastos a la cabeza, pero hay un denominador común, se vislumbra un desastre. ¿Quién tiene la solución?